En Baire, un pueblito cubano, ha partido a la eternidad este 12 de marzo de 2022 mi última tía abuela. 106 años. Leocadia Frómeta Popa era su nombre pero todo el mundo le decía Cada. De pequeña me preguntaba por qué era la única de su larga prole de hermanos que creía única e incondicionalmente en Jesús como Dios y salvador. Su fuerza para luchar contra la adversidad motivaba a todos. "El día que me casé con Aurelio amanecimos con 10 centavos", me decía. Luego levantaría una casa y una familia de 7 hijos, luchando además con una enfermedad difícil del esposo. Sus testimonios de fe eran impresionantes, y su ayuda al prójimo para atravezar los problemas, aun más.
Cantaba himnos mientras hacía sus quehaceres, o después del almuerzo cuando nos visitaba. Especialmente recuerdo dos himnos: Lluvia de gracia y Él cuidará de mí.
¡Feliz, cantando alegre,
Yo vivo siempre aquí;
Si El cuida de las aves,
Cuidará también de mí!
El día que reconocí a Jesús como el único Dios y mi salvador, unos años después, y sentí esa inundación de luz, supe que la tía Cada fue de las primeras que abrió ese camino para mí. En esa película en retrospectiva tuve la respuesta a aquella interrogante de la niñez. Y cobró sentido la frase "Con fe y sin dudar, como dice tía Cada" (Santiago 1:6-8) que me subrayó mi madre antes de entrar al salón de operaciones en 2009.
Hace menos de un año, me llamaron con videoconferencia desde Santiago de Cuba, literalmente para que me despidiera de ella. Eran casi las 2 de la mañana en Berlin, 8:00 pm en Cuba. Tía Cada llevaba tres días que no abría los ojos. Después de hablar un poco sobre cómo había estado le pregunté a Caridad(su hija) y a Lisset una de las nietas, que tomaron la responsabilidad de cuidarla y honrarla en sus últimos años, si se sabían el himno cuyo estribillo llega a mi mente en muchos momentos de mi vida. Ellas buscaron el himnario de la tía y lo cantamos juntas, con mucha emoción. Les pedí que por favor me enviaran la letra para tenerlo completo y terminamos la llamada. Al día siguiente mi prima me escribió y me dijo que después de yo colgar, siguieron cantándole sus himnos favoritos y que tía Cada, aun con sus ojos cerrados, levantó sus manos al Cielo, señal para los cristianos de que nos postramos con FE a los pies de Cristo. Desde ahí comenzó a recuperarse nuevamente.
El cielo está de fiesta hoy, aunque a mi corazón le duele no haber tenido otro abrazo, otro dulce de toronja (el más exquisito que yo haya probado), me quedo con su bendición, con su amor, con la charla con 104 años tan fresca como si tuviese 60.
Hoy escribo para nuestra inmensa familia: abramos el corazón a Cristo, darle la oportunidad de que esté en nuestra vida, y nuestra fe se fortalecerá cada día, ese es el más lindo legado de AMOR, FE y SALVACIÓN que nos ha dejado la tía Cada.
El día que sentimos con convicción y FE esta oración, estamos dejando entrar a Cristo en nuestra vida.
Señor Jesús: Yo reconozco que te necesito, que tú moriste en la
cruz por mi salvación. Te pido perdón por todos mis pecados. Te abro las
puertas de mi corazón, te entrego mi vida, entra en mí, te acepto como
mi Señor y Salvador. Límpiame con tu sangre preciosa. Escribe mi nombre
en el libro de la vida y que nunca más sea borrado. Haz de mi la persona
que tú quieres que yo sea según tu propósito. En el nombre de Jesús
¡AMÉN!